ENTREVISTAS

Jean-Philippe Perreault: ¿los jóvenes siguen siendo religiosos?

Par Sophie Archambault

ENTREVISTAS

6 marzo 2024

La juventud, una etapa especial de la vida, es también un momento en el que entran en juego dinámicas religiosas que tienen todo que ver con nuestra relación a lo social y lo cultural. Para saber más, he hablado con Jean-Philippe Perreault, profesor asociado y director de Estudios Religiosos de la Universidad Laval, especializado en el imaginario de los jóvenes.

Desde la década de 1960, la secularización de la sociedad quebequesa ha provocado una creciente desafiliación de la población con el catolicismo tradicional[1]. Debido a la falta de transmisión religiosa, los jóvenes de hoy parecen menos preocupados por esta forma de vivir la religión que, antes de la Revolución silenciosa, estaba culturalmente integrada en sus vidas. Y aunque la adhesión de los jóvenes al tradicionalismo religioso es cada vez menos evidente, la juventud es el lugar por excelencia donde los fenómenos socio-religiosos se desplazan, se reconfiguran y cambian. ¿Cuáles son estas nuevas formas de religiosidad? ¿Cómo revelan los jóvenes las preocupaciones socio-religiosas contemporáneas?

Estas preguntas forman parte integrante de las investigaciones del sociólogo de la religión Jean-Philippe Perreault. Desde el principio de su carrera universitaria, vio en la religión una puerta de acceso a la cultura, una oportunidad para comprender mejor el mundo que nos rodea, ya que el fenómeno religioso está en la raíz misma de las sociedades, incluso de aquellas que, como la quebequesa, pretenden haberse liberado de él. Trabajando más ampliamente en cuestiones relacionadas con la transmisión religiosa generacional, se dio cuenta rápidamente de que, curiosamente, se había investigado muy poco sobre los jóvenes.

 

Las tradiciones religiosas están preocupadas por su futuro, el tema de los jóvenes está en boca de todos, las grandes instituciones se interesan por ellos, pero, al final, hay muy pocos estudios sobre los jóvenes desde una perspectiva religiosa.

 

Esta joven generación es un punto de observación privilegiado para el estudio de diversas reapariciones y recomposiciones religiosas, ya que es precisamente la edad en que se abren todas las posibilidades y nacen las nuevas tendencias. En el imaginario colectivo, los jóvenes representan las transformaciones sociales, culturales y, por supuesto, religiosas.

 

Experiencia y sentimiento: una nueva forma de vivir la religión

 

Aunque para la mayoría de los jóvenes quebequeses de hoy en día la importancia de la adhesión a una religión está disminuyendo, hay que señalar que la proporción de jóvenes que se declaran católicos sigue siendo considerable. Sin embargo, estos jóvenes, apuntalados por estilos de vida más bien tradicionalistas, viven la religiosidad católica de forma más personal, centrándose más en la autorrealización, la intención, la introspección y la afectividad. Según el sociólogo de la religión, estos jóvenes religiosos asertivos “están menos preocupados por pertenecer a la Iglesia universal que por pertenecer a grupos específicos dentro de este catolicismo”. Así pues, la tradición de afirmarse en el ecosistema religioso a través de las instituciones está dando paso a un auténtico deseo de vivir esta experiencia de una manera más centrada.

Para algunos jóvenes católicos, la religión se percibe más ampliamente como una forma de realizarse, de comprometerse y de alcanzar la felicidad. Este nuevo individualismo, que afecta a todos los estratos sociales, dista mucho de ser un fenómeno desconocido en la sociedad. Al contrario, este retorno a las raíces del yo es una actitud, un comportamiento acentuado y producido por esta misma sociedad, que hace de la preeminencia del yo una norma, un mandato tan cultural como religioso.

 

Para mí, el individualismo no es sinónimo de narcisismo. Es un mandato social que significa que la carga del sentido de la existencia ya no recae en una comunidad con la que compartimos colectivamente un determinado destino. Ahora corresponde a los individuos soportar esta carga de forma personal.

 

Esta exigencia de individualismo es tan propia de estos religiosos asertivos como de los jóvenes areligiosos. Sin embargo, el hecho es que la vida de estos últimos se regula precisamente según esta prescripción de “realízate”, creando para ellos una estructura social con sentido que, en última instancia, responde a la ilusión colectiva necesaria para el establecimiento de un imaginario religioso. Aunque las formas religiosas tradicionales ya no atraen a la mayoría de los jóvenes, el mandato de realizarse libremente está dando lugar a nuevas formas de religiosidad basadas en la experiencia personal. Es el caso de los rituales más recientes, como los baby showers o las grandes aglomeraciones en los espectáculos. Estas nuevas formas de vivir lo religioso, sin ser propiamente religiosas, tienen sin duda algo que ver, como dice Jean-Philippe Perreault, “con el sentido de la aventura humana, la relación con lo Absoluto y la necesidad de ritualizar nuestras vidas”.

 

La juventud, un “momento religioso”

 

Si bien las prácticas religiosas de los jóvenes están sujetas a reevaluaciones, metamorfosis y desplazamientos, también es esencial comprender cómo lo que llamamos “juventud” es una representación social que Jean-Philippe Perreault describe como un “momento religioso”. De hecho, además de referirse a un determinado grupo, la juventud es un momento de la vida humana en el que se proyectan las creencias, los ideales y las fantasías del mundo adulto. La juventud remite, por el contrario, sobre todo a la generación que envejece y que, según el sociólogo, “reprime, rechaza o, al menos, negocia su propia vejez”. La juventud es la muerte negada, el momento en que todo es posible y la vida puede realizarse en nosotros de la manera más concreta. Este “momento religioso” se define por tanto como la edad de oro de la vida, porque se hace eco de lo que valora un mundo adulto que se construye a partir de entonces, en un imaginario colectivo, bajo el signo de las pérdidas (fisiológicas, de memoria, temporales, de autonomía…). Curiosamente, en el corazón mismo de esta juventud fantaseada se encuentra una relación con el futuro y, más aún, con la muerte.

 

Según Jean-Philippe Perreault, la juventud es fundamentalmente religiosa porque su propia definición se basa en una relación con la temporalidad y la muerte -y, por tanto, con la fatalidad, la alteridad y el más allá- tal y como se conciben en una cultura y una sociedad.[2]

 

Y, sin embargo, los jóvenes, a través de las fantasías y creencias que encarnan, se encuentran en un callejón sin salida. Si envejecer sólo puede verse como la promesa del declive, ¿cómo podríamos salir y librarnos de nuestra propia juventud? Combinada con los mandatos sociales que hacen hincapié en la autorrealización, esta construcción de la juventud como cima de la existencia proyecta sin duda sobre este periodo de la vida un mundo imaginario con el que los jóvenes tienen dificultades para hacer malabarismos para representarse y, sobre todo, definirse.

 

Para saber más

 

Jean-Philippe Perreault ha escrito numerosos artículos y capítulos de libros sobre la juventud como objeto de estudio religioso. Entre ellos, “La alegoría de la juventud. Figura de estudio de la religión en Quebec”, “Entre fantasía y experiencia juvenil. Definir la juventud cuando ya no es posible envejecer”, y “¿Hacia un catolicismo del sentimiento? Los virtuosos y la recomposición de la religiosidad católica en Quebec a principios del siglo XXI”

 

Notas:

 

[1] Este artículo explorará únicamente las diferentes relaciones que los jóvenes del Quebec actual mantienen con la religión católica.

[2] Jean-Philippe Perreault, “La alegoría de la juventud. Figura de estudio de la religión en Quebec”, en David Koussens, Jean-François Laniel et Jean-Philippe Perreault (dir.), Estudiar la religión en Quebec: perspectivas de aquí y de fuera, Quebec, Presses de l’Université Laval, 2020, p. 310.

 

ACERCA DE SOPHIE ARCHAMBAULT

Estudiante del Máster en estudios literarios, Sophie lee y escribe para entender mejor al ser humano, la sociedad, pero sobre todo al mundo en el que vive. Noctámbula, sus lecturas nocturnas sobre la espiritualidad y los fenómenos religiosos han acrecentado su interés por el concepto de lo sagrado. Amante de la naturaleza y sus peligrosas bellezas, la mitología, la historia del arte y todo lo que requiere creatividad, Sophie gusta de encontrarse a sí misma a través de estas pasiones para luego abrirse al mundo que la rodea.

 

Las opiniones expresadas en los textos son de los autores. No pretenden reflejar las opiniones de la Fundación Padre-Menard. Todos los textos publicados están protegidos por derechos de autor.

 

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